Tormenta de verano

Llegó el verano de este año malo en el que no teníamos dinero para nada. Caían por todas partes tormentas de problemas y parecía que el sol no nos iba a volver a sonreír nunca. Pero nos teníamos mucho el uno al otro, y nos contenía una furgoneta elefantástica capaz de llevarnos tan lejos como nuestra imaginación quisiera. Por suerte, los sueños no necesitan gasolina.

Para recorrer este Pirineo irreal y soñado, disfracé una mochila del Decartón con una tormenta de flores de botón y los trocitos de nube que encontré rebuscando en las tiendas de Inglaterra. Una salvaje lluvia de hilos, a puntadas feroces, se llevó las penas. Fresca, alegre, efervescente lluvia de verano.

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