Después del invierno

De repente, la bola del mundo se puso a girar. La energía acumulada y retenida durante tanto tiempo hizo arrancar los motores de mis días, y lo que había sido calma aparente y espera desembocó en un viaje frenético rumbo a una nueva vida.


Aterricé en el Nordeste de algo que alguna vez fue Europa, y no tengo ni máquina de coser ni lanitas ni retales de colores, ni siquiera sé hasta qué punto me tengo a mí. Por aquí os dejo lo último que cosí en el invierno, antes de que esta cascada de primavera fulgurante arrasara con todo.






No sabría decir si esto es una despedida, porque sé bien que ni las manos ni la cabeza van a detenerse, por muy lejos que vayamos. Pero sí que habrá una pausa, y luego un cambio, y un territorio desconocido más allá de la frontera. Si queréis venir conmigo, volveré por aquí para compartir el camino. Buen viaje hacia allí donde sea que estéis andando.

Los amigos imaginarios

Ahora que los días son tan cortos, y el mundo de afuera tan oscuro, prefiero abrigarme bien y refugiarme en casa rodeada de amigos imaginarios. 


Juntos, pasamos la tarde: merendamos, vemos la tele, pintamos con lápices de colores...




Si no llueve mucho, llenamos la mochila para irnos de excursión a donde nos da la gana.



Aquí no discriminamos a nadie por su color de piel, ni por el número de patas, ni preferimos las alas a las aletas... ¿Te vienes a cambiar de año con nosotros?








Cuando no coso

Como os contaba por aquí, no estoy muy costurera últimamente. Los tejidos mentales se me arrugan y los retales de que estoy hecha parecen no tener muchas ganas de hilvanarse entre si.

Sin embargo, a las manos les cuesta estarse quietas, y últimamente han vuelto a encontrar paz en la pintura. También sigo con esa especie de yoga para abuelitas que es tejer, y no deja de sorprenderme la cantidad de paz escondida en el silencioso ritmo de las agujas... Si no os importa no ver telas, os invito a un viaje de colores:
La calma que transmitían los paisajes detenidos del verano se transformó en cadencia mágica para los ovillos de lana. Me encontré con una colección de mitones que parecían haber nacido solos, como tejidos por los duendes. Aún no hace frío, es verdad, pero me gustan tanto...
Y después... Una caja de acuarelas, tijeras, papel, y tiempo...




  
Visto que se me estaban acumulando los dibujos, se me ha ocurrido subir algunos a la tiendecita de Etsy, y llevar a los más pequeñitos a ver mundo a la exposición de Posquins que se inaugurará en diciembre.

A la próxima, vuelvo a las cosas cosidas, prometido :). Gracias por detener aquí vuestra mirada paciente.

Inventarios

Avui necessite
posar punt i a part,
vull fer inventari
de totes les coses
que m'has regalat
i que em són impossibles
de guardar al fons d'un calaix.

PAU ALABAJOS, "INVENTARI"




El otoño es tiempo de poner los trastos en orden. De sacudirse la arena de las sandalias. De portarse bien, de acostarse pronto, de volver al cole. Más aún, después de este agosto y septiembre raros en que mi máquina ha cosido, sobre todo, polvo. Sé que las energías y las ideas no nos pertenecen, sino que, como fuerzas de la naturaleza, van y vienen. Así que, mientras se deciden a regresar, me he puesto a ordenar los cajones de Retal para Cual, y me he encontrado con un montón de universos cosidos que, en algunos casos han desfilado fugazmente por facebook o instagram, y en otros, han pasado directamente de mis manos a las de sus dueñ@s sin grandes apariciones estelares. 

Igual ya has visto algunas de las cosas. En ese caso, lo siento: vendrán tiempos mejores :) Mientras llegan, nos deseo, a ti y a mí, un feliz otoño lleno de listas de tareas, hojas voladoras, tardes breves y buenos propósitos.


Unos cuantos bolsos y monederos:





Un mogollón de camisetas de colores:














 


Y algún que otro personaje despistado con ganas de salir a pasear, que aún hace bueno:













Despertares

De vez en cuando me subo a montañas rusas de las que no sé bajar. Prisas, urgencias, exigencias, plazos, terrores y temores más o menos inventados, inmediateces. Golpes de tambor en el pecho, eficiencias fingidas, mundo exterior reclamándome a estirones. Sólo cuando el carrusel se para me doy cuenta de que he estado viviendo de puertas hacia afuera, sin aire para respirar, sin consciencia de existir, sin instantes para disfrutar de los instantes, sin...

Sin este sol cálido que se cuela por la ventana.
Sin el suave vaivén del agua acariciando el cascarón de mi barca.


Sin atardeceres en los que salir a la terraza para regar las plantas.

A veces, buscamos y elegimos los momentos y los lugares de reposo. Otras veces, es el mar de la calma el que viene, inesperadamente, a rescatarnos de nuestros naufragios cotidianos. En esta ocasión, desperté en un mercadillo del Perellonet como quien aterriza desde otro planeta. Aquí volvió la caricia del sol, aquí el contacto con la realidad, aquí el oxígeno.


Un pequeño refugio para renacer en la poesía cotidiana. Para poner en orden las ideas, para abrir los ojos. Podría haberme pasado en cualquier otro sitio, pero me gustó que me pasara aquí, donde era sencillo y amable dar las gracias a las olas, a las sonrisas de los compañeros, a la luz dorada de las tardes.

Pues eso, gracias.


De refilón dejo caer por aquí algunas gotas del torbellino de cosas cosidas que salieron de mis manos en estos meses que pasé subida en la montaña rusa. Algunas han ido apareciendo en las redes sociales, otras os las enseñaré cuando acabe de aterrizar. Espero que no me lo tengáis mucho en cuenta, recordad que estuve un poco sonámbula, y ahora es bonito estar otra vez despierta y organizar los sueños por colores como quien dobla camisetas.


Nos vemos a final del verano. Mientras, me encontraréis por aquí a ratos sintiendo la tierra bajo los pies y el latido del cielo.