Para mi amiga Aran, que es música, he grabado en la tela una sinfonía de notas que se escuchan al rozarlas con los dedos. Dibujo con retales un tesoro años 80. Un guiño cariñoso a todos esos cacharros anclados entre lo viejo y lo antiguo.
Mientras enrollo con el capuchón de un boli bic la cinta marrón que el radio-cassete de mi coche escupe lentamente, coso con los ojos cerrados este homenaje a los objetos que se resisten a dejar de existir.
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