Cuando no coso

Como os contaba por aquí, no estoy muy costurera últimamente. Los tejidos mentales se me arrugan y los retales de que estoy hecha parecen no tener muchas ganas de hilvanarse entre si.

Sin embargo, a las manos les cuesta estarse quietas, y últimamente han vuelto a encontrar paz en la pintura. También sigo con esa especie de yoga para abuelitas que es tejer, y no deja de sorprenderme la cantidad de paz escondida en el silencioso ritmo de las agujas... Si no os importa no ver telas, os invito a un viaje de colores:
La calma que transmitían los paisajes detenidos del verano se transformó en cadencia mágica para los ovillos de lana. Me encontré con una colección de mitones que parecían haber nacido solos, como tejidos por los duendes. Aún no hace frío, es verdad, pero me gustan tanto...
Y después... Una caja de acuarelas, tijeras, papel, y tiempo...




  
Visto que se me estaban acumulando los dibujos, se me ha ocurrido subir algunos a la tiendecita de Etsy, y llevar a los más pequeñitos a ver mundo a la exposición de Posquins que se inaugurará en diciembre.

A la próxima, vuelvo a las cosas cosidas, prometido :). Gracias por detener aquí vuestra mirada paciente.

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